Cuando ocurre una transformación disruptiva es más fácil ver los empleos destruidos que el impacto general.El tema del futuro del trabajo sigue originando una gran cantidad de artículos y libros. La mayoría de ellos avizoran un futuro catastrófico, señalando que “esta vez es diferente”, y que ahora sí los humanos vamos a quedar afuera.
¿Por qué la referencia a “esta vez”?
Porque en todos los casos anteriores los cambios tecnológicos provocaron modificaciones muy importantes en los diferentes trabajos involucrados, pero, a nivel general, los empleos destruidos fueron sustituidos por otros nuevos, y nunca ocurrió una crisis de desempleo general originada por la tecnología.
Las primeras predicciones catastróficas datan de la primera Revolución Industrial, y así ha ocurrido con todos los cambios posteriores. Es interesante leer artículos de la década del 80’, cuando el demonio tecnológico estaba encarnado en las computadoras personales.
Pero no todos los autores se suman a las profecías del desastre. el mes pasado Andrew Mc Affe publicó un artículo analizando los trabajos de traducción. “La traducción automática entre los principales idiomas ha sido ‘realmente buena’ durante años, como lo expresa Luis von Ahn, investigador de inteligencia artificial (IA) y cofundador de la aplicación de idiomas Duolingo; tan buena que desde aproximadamente 2016 los traductores profesionales generalmente han comenzado a trabajar a partir de borradores generados por máquinas en lugar de pantallas en blanco”, sostuvo allí.
Por supuesto que para traducir del inglés el párrafo anterior utilicé un traductor automático.
Sin embargo, los traductores profesionales no solamente no han desaparecido, sino que la demanda ha aumentado y es un sector sin problemas de desempleo.
Mc Affe plantea que muchos trabajos se componen de diversas tareas, y que el resultado final no es aditivo sino multiplicativo. Supongamos que un resultado se obtiene realizando 10 tareas, pero el desempeño no es el promedio de la efectividad de cada tarea. Es que, si hacemos nueve de ellas al 99%, pero fallamos en una, el resultado final será 0.
La automatización seguramente permite mejorar la eficiencia de muchas tareas. Cuando varias de ellas mejoran, las otras se vuelven más críticas.
En el caso de los traductores, según el autor previamente citado, pueden asumir más trabajo “porque ya no tiene que hacer las nueve tareas automatizadas él mismo”. “Deja que la tecnología las maneje y se concentra en supervisar el trabajo. Su trabajo ha cambiado: está revisando traducciones generadas por máquinas en lugar de generar los borradores iniciales él mismo, pero aún son reconociblemente traductores. Están involucrados en más proyectos, cada uno de los cuales les toma menos tiempo”, ilustra.
El costo de la traducción baja, pero eso también hace que la demanda aumente. Y el resultado general, hasta el momento, no ha generado una crisis de desempleo en ese sector. Así las cosas, diez años de traductores automáticos “buenos” han modificado la profesión, pero no la han extinguido.
“Cuando ocurre la destrucción creativa, siempre es más fácil ver la destrucción que la creación. Cuando aparece una poderosa tecnología de automatización, es fácil prever que los trabajos desaparecerán tan rápido como se extienda la tecnología, y más difícil ver cómo los humanos pueden agregar suficiente valor para seguir siendo empleados en grandes números”, señala también Mc Affe.
Los ejemplos históricos de las consecuencias de una disrupción tecnológica nos enseñan, aunque no nos guste, que “no tenemos ni idea” de lo que pasará. Esa fue la respuesta de Sam Altman, creador de ChatGPT, cuando le preguntaron por el impacto que tendrá la inteligencia artificial generativa.
Es muy temprano para estimar el impacto de la IA en los diferentes empleos, y justamente por ello creo que es importante desestimar los anuncios catastróficos. Hoy demandamos bienes y servicios que no existían algunos años atrás. Sin ir más lejos, las redes sociales son de este siglo y todavía no tenemos demasiado claro cuál es su impacto.
Las nuevas tecnologías introducen nuevos bienes y servicios. La “foto” de un instante dado, o una corta película, no tienen información suficiente porque surgirán nuevas demandas, porque el futuro es impredecible. En los tiempos de Nokia, no hace mucho de eso, era impensable que muchos miles de millones de personas interactuaran en las redes sociales como lo hacemos hoy.
No avizorar un futuro catastrófico no quiere decir que no vayan a desaparecer algunos empleos, como lo han hecho en cada una de las disrupciones tecnológicas anteriores. El punto es contar con mecanismos de protección social, tales como la recapacitación y las políticas de reinserción laboral.
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